sábado, abril 29, 2006

ESTIGIA 1 "LA MALDITA"


Día 5.vuelven a mí…….
¿Por qué los días retroceden, por que el viento vuelve hacia atrás, por que la luna remplaza al sol y las estrellas a las nubes? Las horas no avanzan, sino regresan a mí, cada vez más vehementes, sin embargo mi cuerpo cambia, no hacia la juventud, al contrario aparenta los días y las noches que no reconocen las horas…

Reposo en el jardín del castillo, en el hay árboles antiguos y perfumados, flores de castaños que saben a caricias secas en mi paladar, manzanos maduros que mis dientes hunden como al cuello de mis esclavos, vertientes que se confunden con la bóveda inmóvil del cielo, yo…… supongo, debo convertir todo aquello, pues mi manto se extiende fiera por el suelo, como una extensión de la carne, empapando mi alrededor de duelo, a veces creo que el mejor amante que e tenido es la palabra junto a esta túnica que no recuerdo desde cuando bendice mis fantasías, los cuervos me envuelven como el olor a rosas rojas que se asemeja a mis pechos, al sentir este océano de maravillosas sensaciones, nace en mí una nostalgia, de cuando desnuda, me bañaba en las aguas del nilo, ese olor me lleva más atrás de lo permitido…

Como hija de Hehet, al oscurecer, nadaba en aquellas deliciosas aguas, frente al faraón Akhenatón, el hombre de un sólo dios. Dejaba el agua recorrer mi espalda, dibujar silente mi columna hasta caer sobre las nalgas, ovaladas como la luna, ardientes como el sol, dibujar mis pechos que se hinchan junto al calor, los pezones se endurecen, se hienden como mis piernas al sentir el frío río remojar mi vagina que aún tibia se aceitaba al ver al faraón tomar su miembro. Amaba el faraón mi cuerpo desnudo al crepúsculo anaranjado, amaba ver como mis manos masajeaban mis senos, abrir mi sexo y untar mis dedos en su interior, lo sé porque mientras lo hacia, no sólo las dunas se incendiaban sino también él. Recuerdo como agitaba su sexo hinchado entre sus manos, su carne endurecía y crecía, mientras la fricción que subía y bajaba, lo hacía hinchar más entre sus dedos y tanto aceleraba la fricción, tanto era lo que se hinchaba que obligado por el dolor y el clímax, el faraón debía aullar, mientras yo, bueno, mientras yo también me masturbaba. El hijo de Ra escupía sus dedos y luego los ungía sobre la punta abultada de su miembro, su carne se veía deliciosa y sólo aumentaba aún más mi calor, yo sólo deseaba que me penetrara, sólo deseaba al desierto, en una tormenta de alaridos y caricias, de sangre y semen que se rebalsaba entre las piernas, eso deseaba, al hijo de Egipto acabando en mí, sintiendo su sexo atravesar mi carne y hacer de ella su lecho de pasión, sólo deseaba sentir su lengua lamiendo mis senos, sus manos abriendo mis nalgas, su cuerpo fuerte y dorado entre mis piernas, puedo sentir como su sexo abre los labios de mi vulva, puedo sentir como entra y sale suavemente, más allá de los dioses, de la muerte y la vida, del equilibrio inmutable de sus amadas tierras, era Egipto eyaculando en mi boca, en mi vientre, en mi alma…traspasando la carne y en ella también mi alma…….

Pero son tan sólo recuerdos añejando mi piel, ¿será que tanto encadeno la memoria a mí, que el tiempo se ve obligado a volver? No lo sé, simplemente no lo sé…La pena me embarga, muero de tristeza, ni la invocación a mis amantes podrá calmar el dolor, este día ha vuelto gris mi alma…

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