jueves, mayo 04, 2006

EL PROSTITUTO (EXTRACTO)

Y la carroza galopa y galopa, silente, desnuda, engañada…

Hemos llegado, veo que todo mi alrededor es un manto de árboles expectante al distinguirme saltar sobre mi presa, ellos saben quien soy, ya han visto la piel desnuda y caliente sobre esta tierra fría y desolada, escudriño en sus ojos lo que desea, lo que realmente desea, no límites hipócritas, como el anillo en el dedo, busco algo de su verdad… ¿Qué deseas, clavarme el cuchillo en la espalda, degollarme lento y despacio, o beber del miembro erecto la sangre que brota de tu mordida, que deseas?... Mientras mi mano busca su falo entre los pantalones, bajo el cierre y siento la humedad empapar mis dedos, el hedor frecuente de carne caliente y excitada afronta mis labios secos y palpitantes… deja frotarlo, enredarlo en la palma y masajearlo, apretarlo hasta reventar… puedo sentir como se complace con el dolor, degollar su miembro es delicioso, retorcer la masa endurecida y venosa reclama en mi boca una lamida desesperada…deja que hunda tu miembro en mi garganta deja que mi lengua masturbe tu sexo caliginoso y asfixiante, hasta donde puedas, hasta donde sobrevivas... Todos los vidrios se empañan, propósito especial, pues desde afuera no pueden ser testigos de un macabro acto de muerte, un sacrificio para mi cuerpo incitante, para sentir su sexo clavarse fuerte en mi ano que se contrae de exquisito dolor, puedo calcar en mi mente su cuerpo adentro del mío, sentir así las venas inflamadas, las arterias colapsando en sangre, un río carmesí ensordeciendo en el interior de su alma, corrompiendo los tejidos que se desgarran en la fricción incansable de su sexo entrando y saliendo, mientras más cae la oscuridad, más aumenta el rugido de su cuerpo, mientras más succiona mi sexo, más rápida y fortuita será su muerte, puedo sentirle tan adentro que envicia mi espíritu ansioso, permite que mis garras destrocen su espalda ardiente, que mis dientes despedacen su sexo jugoso, matarlo entre mis muslos, entre mis labios, como el rojo empapa el atardecer, su sangre empañará mi lengua pecadora, aullidos de excitación resuenan en el infierno, quiero verlo agonizar despacio, deteniendo el tiempo de su embestida. Los árboles gritan por el dolor de su carne hendida, atónitos observan como lo descuartizo entre mis piernas, bendito placer, recobra en mi paladar su sabor y oscuro poder…

Ya no hay tiempo…el miedo me consume…el miedo lo asesina….

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